Sí, debo reconcoer que no soy más que un vestigio de lo que antaño llegué a ser. Soy residuo del sujeto sociable lleno de amigos; todo se ha vaciado y tan sólo queda una careta que se torna insostenible. Me cuesta reconocerme y darme cuenta cómo he cambiado. He crecido solo por el mundo, distanciado de las pocas personas que me han sabido comprender.
Estoy lleno de títulos nobiliarios tan inútiles, ineptos y simbólicos como los reyes españoles. Vivo de recuerdos gloriosos y soy feliz de eso, porque algún día tuve un buen amigo; un día que olvidaste.
Me cuesta sostener esta hipocresía, me duele seguir engañándome creyendo que nada ha pasado, cuando ya todo dejó de ser. Y es por esto que, he escogido por romper las caretas, quitar la dulce anestesia que me confieren, y despertar en un mundo genuinio, auténtico y real.
Ya viví el duelo de verme solo en el mundo, y por eso, prefiero vivir en soledad, pero en comunión, que inserto en el caótico ruido que tan sólo trae angustia.
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