Viendo una serie norteamericana llamada “Queer As Folk” y atento a su desenlace tan alegórico me he puesto a pensar en mi vida común como la de muchos otros.
Les relataré brevemente la historia para que me comprendan:
“Estaba Justin, el joven de 18 años en su fiesta de graduación cuando llega Brian, su amor no-correspondido de 30 años y empiezan a bailar juntos siendo el centro de atención. Acto seguido se besan tiernamente y con sinceridad… espléndido.
Brian se despide de Justin y éste último le confiesa que ha sido la mejor noche que ha vivido en toda su vida, pues su amado ha llegado a verlo. Se marchan cada uno a sus destinos y en ese entonces llega un homofóbico compañero de Justin y le da un bate en la cabeza, Justin se desploma e inmediatamente es acudido por Brian quien alcanza a ver lo sucedido.
Lo llevan al hospital agónico, Brian anhela que viva Justin, pero es aquí cuando termina la historia”.
Mi conclusión: No puede ser más rica la historia pues evidencia un hecho que es vulgar en nosotros los humanos, porque nadie es como Justin, quien encuentra la felicidad a pesar de todo tipo de circunstancias.
Justin se enamora de quien no lo ama y es primeramente despreciado; para él es todo nuevo, todo especial y todo tiene un encanto único y a pesar de las experiencias que va viviendo en el transcurso de la historia él vive contento y conforme con tan sólo estar en contacto con su amor.
Esto pone a la vista cuán débiles, egoístas y víctimas somos, pues podríamos ser felices si supiéramos ser capaces de sacar lo bueno de cada hecho e intentar remediar lo malo, vale decir, dejar atrás nuestro constante querer de “disponer de las personas” como si nos pertenecieran. La vida no es así, nadie nos pertenece, sólo podemos compartirnos y he aquí nuestro mal concepto. Por lo general no compartimos sino que exigimos en vez de entregar. Estamos llenos de condiciones: “yo actúo acorde la otra persona”, pero como nunca damos un pie inicial nunca obtendremos algo de los demás, porque lamentablemente todos esperamos que otro de el primero paso… y una respuesta “equivalente” a nuestro primer paso es imposible, porque somos todos distintos ante situaciones iguales, similares y distintas; de esta manera, no podemos esperar, sólo debemos dar.
Luego, pasamos a un grado terrible pues nos victimizamos de los hechos y terminamos arruinando todo porque nos sentimos poco queridos… “Nadie te corresponde, nadie debe darte algo, nadie te debe algo”, por ende, es nuestra decisión el amar a anónimos y por esto mismo no podemos involucrar a otros en los resultados.
Por último, somos tan débiles que no tenemos perseverancia, agallas y una suficiente voluntad para seguir a cabo con nuestros planes, los reducimos a una simple “causa-consecuencia” que claro la vida funciona así en muchas formas, pero también existe lo abstracto, algo que no se puede ver y/o tocar y estar seguros de ellos. Es en este sentido que sólo tenemos una opción: hacer práctica de lo que es llamado “Fe” y confiar en nosotros mismos y en lo que hacemos, creer que es lo correcto y que si alguien dice amarme es porque así es y aceptar eso como lo grande que es.
Justin fue un muchacho que apreció y le dio un especial valor a cada cosa que por más ínfima él la convertía en algo magnánimo y esa es una lección que debemos aprender para poder alcanzar nuestra propia felicidad. Claramente esto conlleva un montón de angustias, pero nada que no sea superable porque ningún problema te mata, solo debes saber asimilarlo y fortalecerte de él.
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